jueves, 25 de octubre de 2012

El Triángulo de la Muerte

Una infección en el triángulo de la muerte es un evento que puede complicarse y que debemos evitar, porque si se produjera una infección cerebral, su mortalidad puede llegar hasta un 30%. Y, el paciente que no muere, pudiera quedar con serias secuelas. ¿Y qué es el triángulo de la muerte?. Es la zona de la cara que va desde las comisuras del labio superior hasta el entrecejo pasando por la nariz. Las venas de nuestro cuerpo tienen en su interior unas válvulas que favorecen el flujo de la sangre evitando que ésta se devuelva. Sin embargo, las venas que drenan la zona del triángulo de la muerte carecen de dichas válvulas, porque la sangre a ese nivel no necesita de tal ayuda. ¿Y qué podría suceder si en ésta zona usted exprime un forúnculo? Con la presión ejercida, usted puede mandar infección al cerebro a través de unas venas que son anatómicamente diferentes. Recientemente, tuve la oportunidad de atender un niño cuya madre le exprimió un pequeño forúnculo en una de sus fosas nasales. Lo llevó para que yo le indicara una cremita, tenía su nariz roja e inflamada. Le expliqué los riesgos que corría su hijo si lo tratábamos ambulatoriamente como ella entendía debía hacerse, le dije que debíamos internarlo para iniciar un tratamiento con antibióticos por vía intravenosa. Llamó a su esposo y aceptaron mis recomendaciones. El niño fue dado de alta a las 48 horas con antibióticos vía oral para terminar su tratamiento en la casa. En principio, los padres creyeron que se trataba de una broma cuando les hablé de ingresar a su hijo, pero cuando se documentaron y conocieron de los riesgos, entendieron la importancia del caso. En conclusión, no se debe manipular o exprimir espinillas y barros, abscesos o forúnculos en el triángulo de la muerte, y además, debemos mantener una higiene bucal adecuada. Porque esa zona de nuestra anatomía tiene una irrigación tan rica, que es capaz de producir siembra bacteriana en área tan sensible como es nuestro cerebro. Dr. Marcos Díaz Guillén Pediatra -Neonatólogo Santo Domingo, República Dominicana

viernes, 19 de octubre de 2012

El Niño y sus Miedos


Una madre me decía que estaba preocupada porque su niño de un año de edad se asustaba y lloraba con cualquier ruido y ella percibía que sentía miedo. El miedo es algo muy normal en el niño pequeño que no está en capacidad de diferenciar lo real de lo imaginario. El miedo es un mecanismo de supervivencia, porque si el niño no sintieramiedo, pondría en peligro su integridad física al decidir cruzar él solo la calle. Yo diría, que de una manera ecuánime y equilibrada, al niño debe enseñársele que debe tener algunos miedos.

El miedo aparece para luego desaparecer o cambiar con la edad. El niño empieza por temerle a cualquier cosa opersona extraña, a la bocina de la ambulancia, a la oscuridad o a la separación de sus padres cuando estos lo dejan en el maternal, porque él, no tiene sentido del tiempo, por ende, no sabrá  cuánto tiempo esperarlos o si nunca regresarán.

Un niño de un año de edad o menor, puede asustarse y llorar hasta por el ruido de una licuadora. Entre los 2 y 6años, con frecuencia tiene miedo a la oscuridad, miedo que no se eliminará encerrándolo en su habitación para que aprenda, así, podría creársele fobia a la oscuridad. Tampoco es conveniente llevárselo a su cama. Lo correcto será, transmitirle tranquilidad y seguridad, decirle amorosamente que eso es normal, dejarle una puerta entreabierta oencender una luz tenue para que se sienta en confianza y seguro. A medida que el niño crezca y madure, si vive en un ambiente sano, irá conociendo su realidad y superando sus miedos.

Los padresnunca deberán burlarse del miedo de su hijo y de sus lágrimas, o hacerle aparecer como un cobarde, porque no será bueno para su autoestima. A mi paciente preocupada debo decirle, que hasta en el adulto  el miedo a veces es bueno, puede evitarnos serios problemas.

Nos Estamos Quedando Sordos


Los que vivimos en Santo Domingo y en otras ciudades nos estamos quedando sordos. Las calles repletas de vehículos despilfarrando ruidos y bocinazos a cualquier hora del día y dela noche, por otro lado los colmadones, cualquier desaprensivoen cualquier esquina hace tronar su equipo de música, y ni hablar de los políticos en su tiempo de caravaneo electoral. Y, no hay una autoridad en capacidad de impedirlo.

El ruido, es un contaminante del medio ambiente y un problema de salud para el ser humano y los animales, el ruido intenso y constante, puede provocar en niños y adultos, trastornos físicos y psicológicos: Dilatación pupilar y parpadeo acelerado, agitación respiratoria y taquicardias, aumento de la presión arterial, gastritis y colitis, insomnios, estrés, fatiga, irritabilidad, aislamiento y hasta un comportamiento antisocial. No son pocos los ciudadanos que ante el ruido y el desorden, prefieren quedarse en casa, aislándose de los demás.

Para medir la intensidad del ruido, se utiliza una medidalogarítmica llamada decibelio (dB), de 0 a 50 db no se produce daño al oído, entre 50 y 90 db hay cierta perturbación, y de 90 a 130 db se produce un daño permanente e irreparable en la audición. Un ruido de más de 130 dB puede producir pérdida súbita de la capacidad auditiva. Pensemos, que una arrancada rápida de uno de esos carros deportivos puede producir un ruido cercano a los 150 db. Se estima que 70 dB es el límite superior aceptable, el ideal entre 50 y 65.

Nuestras autoridades municipales y de salud, deberían investigar por dónde andan los decibelios en nuestras ciudades, y gestar los mecanismos y leyes que sean necesarios para impedir que los munícipes terminemos sordos y enfermos. Claro que estoy asumiendo que nuestras autoridades no sufren de esa otra sordera que consiste, en no oír los reclamos legítimos de la población.

Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra - Neonatologo
Santo Domingo, República Dominicana

jueves, 11 de octubre de 2012

Soplo Cardíaco en los Niños


Doctor, estoy muy preocupada, me han dicho que mi hijo tiene un soplo, tengo cita con el cardiólogo y aunque mi bebé se ve bien, estoy angustiada. Dígame algo, espero ansiosa su respuesta.

No hay dudas, que cuando se le dice a una madre que su hijo tiene un soplo en su corazón, de inmediato se nota en ella una gran preocupación. Siempre habrá que decírselo, pero hay que sabérselo decir, y en todo caso, aunque se tenga la certeza que se trata de un soplo fisiológico, siempre será pertinente pedir una evaluación cardiovascular. La información se dará  con optimismo y  transmitiendo tranquilidad,  porque un soplo cardiaco en un niño que se ve sano, con seguridad que corresponderá a un soplo fisiológico, y en aquellos casos que corresponda a una cardiopatía congénita, en la inmensa mayoría, por no decir en todos, podrá haber una solución satisfactoria.

El corazón humano tiene cuatro cavidades, dos superiores que se llaman aurículas, que son las que reciben la sangre, y dos inferiores llamadas ventrículos que tienen la función de bombearla. Estas cavidades, están separadas por cuatro válvulas que funcionan como puertas en una sola dirección. Con cada latido del corazón, las válvulas se abren y cierran para dejar pasar la sangre, produciendo unos sonidos que son los que el pediatra oye con el estetoscopio. El soplo, es un sonido extra que el médico puede percibir, y que no es más que el resultado del flujo sanguíneo normal en un corazón normal.

El soplo también, puede ser el signo de que existe un problema cardiaco. Aun en estos casos, deberíamos ser optimistas y transmitir ese optimismo a los padres. Reconociendo, que en la actualidad, con la tecnología disponible, los conocimientos médicos y la experiencia acumulada, estamos en condición de hacer un diagnóstico seguro y un tratamiento eficaz aún en las cardiopatías más complejas, proporcionándole al niño el disfrute de una vida sana y feliz.

La Felicidad


¿Qué es la felicidad?  Para Paulo Coelho, es una pregunta que ya borró hace mucho de su cabeza, justamente, porque no sabe cómo responderla. “En el transcurso de todos estos años, he convivido con todo tipo de personas.  En todos los ojos que se cruzan con los míos, siempre me pareció que faltaba algo. Incluso en gente que no tendría nada de qué quejarse”.

Para la civilización oriental, “la felicidad es una condición producto de un estado de armonía interna que se manifiesta como un sentimiento de bienestar que permanece en el tiempo, y no un estado de ánimo pasajero como se le concibe en occidente”. Y para el cristiano, se expresa en la vivencia de las bienaventuranzas,  las enseñanzas de los Evangelios y la comunión con Cristo resucitado a través del Espíritu Santo. Más aún, en una vida plena de felicidad después de la muerte.

Científicamente sabemos, que en nuestro cerebro tenemosamígdala e hipotálamo, ambas estructuras forman el sistema límbico, que es el que controla nuestras emociones. Este sistema, nos informa de lo que sería la aproximación a la felicidad con la producción de catecolaminas y unos neurotransmisores cuya función dependerá, de la interpretación que le dé a esos neurotransmisores, algo que llamamos conciencia.

El concepto felicidad es difícil de definir, como es difícilentender, por qué el ser humano se empecina en ser infeliz. Siusted tuviera la suerte de encontrarse con alguien tan gentil quele dijera: Don, pase, y le ofreciera su asiento. ¿ Por qué no pensar en ese instante que le está recordando que es corto el tiempo que le queda por vivir en éste mundo?. ¿Por qué no comenzar a actuar de otra manera?, como lo hacen los  niños: Sin mentiras, sin maldad, sin tantas quejas, sin reloj, con alegría,disfrutando las pequeñas cosas de cada día. Habiendo observadoen mi profesión a tantos niños, pienso, que una manera de acercarnos a eso que no alcanzamos a definir y que llamamos felicidad es: Vivir lo que nos ha tocado vivir, como si fuéramos niños.

miércoles, 3 de octubre de 2012

La Fiebre: Un síntoma bueno, no una enfermedad

La fiebre no es una enfermedad, es un síntoma, un indicador de que algo no está bien, y que puede aparecer por una infección simple viral o bacteriana, resfriado común, amigdalitis y por muchas otras causas. Es un síntoma bueno, es un mecanismo de defensa, es la respuesta natural de un sistema inmunológico competente. Por ésta razón, es que el niño recién nacido prematuro, con un sistema inmunológico inmaduro no responde con fiebre aunque esté infectado.

 La fiebre, se acompaña muchas veces de escalofríos que son el anuncio de que la temperatura va a subir. Estos, pueden ser también síntomas de algunas enfermedades tropicales como la malaria o paludismo. Con los escalofríos, al paciente se le pone “la  piel de gallina”. Y sucede, porque la base de los vellos del cuerpo se levanta tratando de formar una capa aislante.

Cuando el niño tiene una fiebre moderada, por debajo de los 38.5 grados, se recomienda ofrecerle líquidos abundantes y un antipirético suave como el acetaminofen, paracetamol o ibuprofeno, nunca aspirina, no abrigarlo y usar ropa ligera. Si la fiebre continúa subiendo, el niño deberá ser sumergido en agua tibia, no en agua fría con hielo como se usó por mucho tiempo, porque además de ser muy molesto para el paciente, puede ser causa de más escalofríos, más fiebre y a veces de shock. No olvidar, que se está recomendando aliviar los síntomas para que el niño en su estado febril se sienta lo mejor posible hasta que el pediatra lo examine, porque lo más importante es, descubrir qué está produciendo la fiebre.

Si bien es cierto que hacemos esas recomendaciones, nunca deberá olvidarse que la fiebre pudiera ser la primera señal de una enfermedad importante. Y, que si se trata de un bebé muy pequeño, de un mes o dos meses de edad, deberá buscarse la asistencia médica inmediata e ingresar al niño, y de una manera más agresiva, descubrir la causa de esa fiebre.

Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra-neonatólogo
Santo Domingo, República Dominicana

Hidrocefalia vs Macrocefalia

Si bien es cierto que la hidrocefalia se puede manifestar con agrandamiento de la cabeza, el hecho de que un niño tenga su cabeza grande, no necesariamente significa que tenga hidrocefalia.

Me viene a la memoria una joven madre que me visitó hace ya algún tiempo. Estaba muy angustiada, porque en el hospital de su pueblo le habían dicho que su pequeño y único hijo de siete meses, “seguro que tenía hidrocefalia”. 
La palabra hidrocefalia viene del griego “hidro” que significa agua y “céfalo” que significa cabeza, conociéndose antiguamente ésta enfermedad como “agua dentro del cerebro”.  En realidad, esa “agua” no es más que el líquido cefalorraquídeo que rodea todo el cerebro y la médula espinal para mantenerlos prácticamente flotando, haciendo de amortiguador y protección ante la eventualidad de traumas externos.

Si por una infección, por alguna malformación congénita, por una hemorragia intracraneal o cualquier otra afección médica, la circulación del líquido cefalorraquídeo se obstaculiza, o su producción y reabsorción se ven entorpecidas, el líquido se acumulará, produciéndose en el niño una dilatación anormal de unos espacios en el cerebro llamados ventrículos, con el consiguiente agrandamiento de su cabeza.

Eso es hidrocefalia. La gran mayoría de niños con macrocefalia, no son más que niños cabezones, que además, no presentan ninguna anomalía neurológica. Si en el caso a que he hecho referencia al principio de éste escrito, el médico que atendió a esa madre y a su bebé, se hubiese detenido a hacer un buen interrogatorio, habría descubierto, que por la línea paterna del niño, todos son cabezones.

Sin necesidad de hacer tomografías o estudios especiales, con un adecuado examen físico, habría descubierto, que ese bebé no presentaba ningún síntoma o signo neurológico anormal. Si en ese hospital se hubiese tenido un registro aunque fuese manuscrito del patrón de crecimiento del cráneo de ese bebé y no se hubiese externado un diagnóstico a la ligera, a esa madre se le habría evitado: horas y días de angustia, viajes y gastos innecesarios.

Dr. Marcos Díaz Guillén
Pediatra - Neonatólogo
Santo Domingo, República Dominicana